En el mundo de los sueños de lotería, la historia de Connie Parker, una mujer de 74 años de Nueva York, y su esposo Kenneth, de 77 años, es un relato clásico de esperanza y decepción. En febrero de 2003, sus vidas tomaron un emocionante giro cuando ganaron el jackpot de 25 millones de dólares en Powerball. Sin embargo, lo que siguió fue un giro del destino que dejó su matrimonio destrozado.
La pareja, extasiada, había estado casada durante 16 años y siempre había soñado con ganar la lotería. Su sueño se hizo realidad cuando compraron el boleto ganador en el centro comercial Massapequa. Los planes iniciales de la pareja incluían comprar un nuevo condominio, un coche nuevo y embarcarse en una vida de viajes y diversión.
Sin embargo, como dice el refrán, "el dinero lo cambia todo". Poco después de su victoria, comenzaron a aparecer grietas en su aparentemente feliz vida. Kenneth se sorprendió al descubrir que no estaba incluido en la victoria de Powerball. Se encontró expulsado de su piso compartido y Connie se negó a compartir ninguno de los 25 millones de dólares con él.
Kenneth creía que Connie había utilizado tácticas engañosas para canalizar el dinero en una cuenta bajo su control exclusivo. Sus sospechas provenían del temor de que sus hijos de un matrimonio anterior se quedaran sin su parte del premio. El amargo giro de los acontecimientos llevó a Kenneth a solicitar el divorcio y reclamar su legítima mitad del premio en el tribunal del condado de Suffolk.
En palabras de Kenneth, "Me siento traicionado. No podía creer que me estuviera haciendo esto. Todavía estoy amargado; la amaba". La pareja siempre había tenido dificultades financieras y con frecuencia compraba boletos de lotería, esperando tener alguna vez la oportunidad de ganar el premio mayor. Cuando finalmente llegó esa oportunidad, parecía destinada a destruir su amor.
La discordia se profundizó cuando Kenneth afirmó que Connie intentó reclamar las ganancias firmando el boleto sola en la sede de la lotería. Cuestionó sus motivos, pero un funcionario de la lotería lo tranquilizó, afirmando que su estado civil lo hacía aceptable. Sin embargo, con el tiempo, las sospechas de Kenneth aumentaron.
En pocos meses, la pareja compró un nuevo condominio, pero Kenneth se sorprendió al descubrir que solo el nombre de Connie figuraba en los documentos. Sus preocupaciones se intensificaron cuando ella depositó el dinero en una cuenta a la que él no tenía acceso. En junio del mismo año, afirmó que Connie lo había expulsado del condominio, dejándolo a su suerte y obligándolo a refugiarse con su hijo.
La reclamación de Kenneth en el tribunal se centraba en el hecho de que le había dado 20 dólares a Connie para comprar el boleto de lotería y, por lo tanto, creía tener derecho a la mitad de las ganancias. Sin embargo, el equipo legal de Connie rebatió estas acusaciones, describiéndolas como una "tergiversación" de los hechos y afirmando que ella estaba "angustiada" por las acusaciones de su esposo.
Al final, lo que se suponía que sería un momento de alegría que cambiaría sus vidas se convirtió en un amargo conflicto, arrojando una sombra sobre su sueño hecho realidad.